Incorporada en la fabricación de hormigones, la cañamiza (la fibra leñosa del interior del tallo del cáñamo), junto con la cal, aportan cualidades únicas a los elementos constructivos ejecutados con esta aplicación de la técnica del cáñamo-cal, mejorando sus propiedades aislantes, higrotérmicas y acústicas y su resistencia al fuego.

Además, lo hacen prácticamente inalterable por ataques biológicos por moho o insectos e inocuo para la salud.

Desde el punto de vista medioambiental, un hormigón de cáñamo-cal puede considerarse un material de carbono negativo. El hormigón de cáñamo-cal puede encontrarse en aplicaciones proyectadas o compactadas a modo de tapia.

La profesionalización y la investigación son claves para superar las reticencias que aún perduran hacia el uso de materiales con prestaciones tan apreciadas en bioconstrucción como las del hormigón de cáñamo.

Del lado de la profesionalización, las normas profesionales francesas han hecho posible que el empleo del cáñamo en diversas técnicas constructivas se haya normalizado, al reconocerlas como “habituales” y permitir que dejen de estar penalizadas por las compañías aseguradoras.

Tras este primer hito regulatorio, se impone la necesidad de avanzar en la garantía de la calidad de las construcciones realizadas con cáñamo, a través de la capacitación profesional y la certificación de productos derivados.

En este sentido, la investigación y la experimentación son esenciales. Del estado actual de los avances en este ámbito hablaremos en esta charla formativa con Monika Brümmer, pionera en el uso de cáñamo a nivel europeo.