La geobiología, como disciplina con entidad propia, estudia el efecto que cada zona de la Tierra ejerce sobre los seres que la habitan.
Conceptos procedentes de la geología, la biología, la física o las neurociencias han ido completando los estudios empíricos que a principios del siglo XX empezaron a relacionar las manifestaciones geofísicas y la salud.
El despliegue de la vida ha sido posible dentro de un contexto complejo de influencias cósmicas y telúricas que se agrupan bajo la denominación de campo geobiofísico.
La exposición a estas influencias es clave para el mantenimiento de la salud del planeta y las personas y sin embargo el conocimiento de las manifestaciones geofísicas y sus efectos sobre la salud es aún ignorado, despreciado e incluso criticado.
Dentro de ese campo geobiofísico natural podemos agrupar diversos fenómenos como el campo magnético, el campo gravitatorio, la radiación solar y cósmica o la radiación terrestre.
Geobiología y expresión del lugar
La expresión de estos campos en cada lugar de la corteza terrestre determina unas cualidades específicas que interactúan con nuestra biología y afectan al estado de salud.
La calidad biótica de cada espacio viene determinada por esta actividad geofísica. No es difícil comprender que la presencia de corrientes de agua subterránea, de cambios en la composición mineral de los terrenos o de otros tipos de discontinuidades geológicas alteran esta actividad de forma local.
La exposición a distintas intensidades de actividad geofísica tiene el potencial de desencadenar reacciones orgánicas e influir en nuestra salud. Llamamos áreas geopatógenas a aquellas cuya influencia puede conducir a procesos degenerativos.
Caracterizar los fenómenos que hacer de un lugar un área geopatógena (las conocidas como geopatías), sus efectos y soluciones para reducirlos es uno de los objetivos de la geobiología.
Geobiología y redes geomagnéticas
La expresión del campo magnético terrestre sobre la superficie de la corteza del planeta da lugar a mallas rectangulares cuya geometría depende de las propiedades geofísicas de cada lugar.
La mayor intensidad de la actividad geofísica sobre la vertical de estos trazados y en sus cruces son factores geopatógenos estudiados, habiéndose localizado diferentes mallas o redes.
Las denominadas como Hartmann, Benker o Curry son las más conocidas. Las distancias aproximadas entre sus ejes, su orientación o sus efectos están tipificados y su localización es uno de los primeros trabajos de la prospección y análisis geobiológicos.
¿Quién es Fernando Pérez y cómo podemos acceder a conocer su trabajo?
Fernando es técnico analista en salud geoambiental, técnico en edificación y electrónica y experto en geobiología.
Es especialista en contaminación electromagnética y miembro de la European Radon Association (ERA).
Ha sido presidente de la Asociación de Estudios Geobiológicos GEA, vicepresidente de la empresa Técnicas de bioconstrucción y sistemas bioclimáticos Tierra y director técnico de la consultora técnica de Salud Geoambiental Geosanix.
Dirige el curso de Experto Universitario en salud geoambiental de la Fundación para la Salud Geoambiental junto con el centro de estudios superiores Philippus-Thuban, adscrito al Real centro Universitario Escorial María Cristina.
Pertenece al comité de expertos del programa salud ambiental en la escuela de la Fundación Vivo Sano.
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